domingo, 24 de enero de 2010

Apetitoso pastel de Rabia.


Ayer me sentí como Homero, de Los Simpson, cuando dentro de sus pasares le dieron el trabajo de crítico de Restauran y le dio por evaluar mal.
Este fin de semana se ha convertido en un alto en el tiempo para algunos porteños y visitantes de la zona, se celebran los carnavales culturales y dentro de los turistas que decidieron disfrutar de las fiestas se encontraba mi prima Paty y su novio Ale.
Todo muy bien el viernes, fuimos a Aníbal Pinto a un local llamado Barposeía, que a pesar de llevar años en el mismo lugar, jamás había entrado. Dentro se encontraban un par de amigos y mucha gente desconocida, estuvimos allí hasta las 3 o 4 de la madrugada y en el regreso a casa mi cuerpo sentía como el tequila lo poseía.
Qué manera de despertar mal al día después, amanecí con caña, estado, dentro de los estados, el más detestable.
La cosa es que Paty y Ale nos invitaron a almorzar al Mercado Cardonal de Valparaíso. El mercado de oferta era siempre el mismo: Reineta, Merluza, Congrio, con agregados, Machas a la Parmesana, Pastel de Jaiva, Chupe de Mariscos, blab, bla, bla. Finalmente decidimos por un local que se veía limpio, acogedor y apetitoso. Después de esperar un buen rato llegó una señora simpaticona, de rostro amable que nos favoreció las cartas y nos confesó algunas buenas verdades acerca de los mercados:
1.- Nunca pida mariscos crudos: Estos son embasados y congelados, por lo tanto no sabe si están en buen estado. Siempre deben estar cocidos.
2.- Nunca pida ni Congrio ni albacora: Son más costosos y por lo tanto la gente no suele pedirlos. Por ello suelen estar medios añejos cuando los sirven.
3.- Después de las tres de la tarde no pida agregado de Puré: Está helado y sabe a rayos.
4.- Jamás de los jamases pida papas fritas: Son envasadas. Se descongelan y congelan y por lo tanto pierden sus propiedades.

Ok. Ella fue simpática, amble y verdadera. Yo, como ex garzona, me sacaba el sombrero por su atención. Finalmente Paty y Ale pidieron pastel de jaiba, Jose Reineta con dos agregados y yo un empanada de queso de entraita y de fondo arroz con bistec, nada muy marino.
Cuarenta y cinco minutos después llegó mi empanada, chorreante en queso y en aceite. Una hora después los otros pedidos, que no podía comer sus comensales por que la garzona, ya no muy simpática, sólo había llevado un juego de servicios. Los chicos improvisaron y mientras Jose atinaba con un cuchillo, los otros dos se repartían el tenedor y la cuchara. Mientras, yo miraba.
Cinco minutos después llegó mi pedido y bueno que puedo decir, todo podía ser peor: tanto el arroz como la carne estaban heladas, el tomate que me llevaron era del antinatural color del tomate (verde) y por si fuera poco la carne no estaba cocida. Super! me dije yo, la segunda vez en menos de dos semanas. Pedí que me prepararan otro plato, que por supuesto no hicieron y finalmente cancelé el pedido. A esta altura, ya odiaba a la hija de puta de la garzona. Me quedé cagá de hambre durante todo el resto del día. Por lo tanto, al dolor de cabeza, se le sumaba el dolor de guata, que complejidad!

Me considero sibarita. Me gustan las comidas fusiones, los bares con onda, los tragos ricos, las buenas atenciones. Me gusta pagar por lo que consumo e irme con una sonrisota en mi cara y mi guatita contenta. Este no fue el caso. Y creo que los empresarios de restorán no deberían confundir barato con mal trato.

Sólo eviten ir a ese lugar.

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