Buscamos adornos, marcos de cuadros, frascos, libros, ropa, tela, teléfonos, muebles y fotografías.
Adornamos nuestra casa del Cerro y muchas cosas quedaron sin estrenar.
¿Recuerdas lo difícil que fue para ti mirar otra casa y el temor que te producía que la que tanto te gustaba de un momento a otro se arrendara?
Nos bastó verla por fuera para saber a ciencia cierta que esa casa, la roja del cerro, sería nuestro hogar, el primero de todos para lo dos juntos.
Escuchábamos el Supercristo, nos poníamos nuestro overoles y nos aventurábamos al mundo de los colores, ¡Que linda quedaron las puertas y los marcos de las ventanas! Que hermoso se veían los muebles con sol en esa casa, que maravilloso olor era la mezcla de cera con la viruta líquida. Los colores, tanta cantidad de olores y colores.
Fuimos felices junto a la Amara, Cristian y mi Mamá, los primos, los amigos, las familias…los fuegos artificiales.
Todo cambió junto al temblor y en esa oportunidad te escribí:
Hoy nos vamos, pero las cosas que buscamos y encontramos nos seguirán a cualquier lugar, nos esperarán el tiempo que sea necesario, aunque se llenen de polvo.
No importan los lugares, Valparaíso siempre existirá.
Yo no tengo miedo (bueno, no tanto) a la aventura que libre y responsablemente nos hemos propuesto vivir, quedan tres meses y ya siento un poco el peso de la nostalgia frente a las cosas que hemos vivido acá o allá, nuestra casas del cerro y de la gran ventana. Las familias y las cosas nos han acompañado este tiempo acá, pero de un momento a otro tendrán que dejar de seguirnos para que podamos caminar solos.
¿Dónde quedará Anacleto o los pequeños Valentín y Jesusa? No quiero que estén arrumbados esperándonos en el tiempo, quiero que vivan sus vidas mirando las cosas desde el puesto que deseen estar, quiero que ese teléfono naranja alguna vez vuelva a funcionar y deseo más que nada que tanto la Margarita como el Rigo nos acompañen por las calles, sea en la ciudad que sea.
Lo que verdaderamente quisiera llevarme no me lo puedo llevar, sin embargo, me contento con poderla disfrutar todo este tiempo las veces que ella quiera acostarse a mi lado y roncar.
No me importa donde viva mientras esté contigo, ya lo sabes Jose eres tú y sólo tú quien pone el color Violeta a mi vida.
Adornamos nuestra casa del Cerro y muchas cosas quedaron sin estrenar.
¿Recuerdas lo difícil que fue para ti mirar otra casa y el temor que te producía que la que tanto te gustaba de un momento a otro se arrendara?
Nos bastó verla por fuera para saber a ciencia cierta que esa casa, la roja del cerro, sería nuestro hogar, el primero de todos para lo dos juntos.
Escuchábamos el Supercristo, nos poníamos nuestro overoles y nos aventurábamos al mundo de los colores, ¡Que linda quedaron las puertas y los marcos de las ventanas! Que hermoso se veían los muebles con sol en esa casa, que maravilloso olor era la mezcla de cera con la viruta líquida. Los colores, tanta cantidad de olores y colores.
Fuimos felices junto a la Amara, Cristian y mi Mamá, los primos, los amigos, las familias…los fuegos artificiales.
Todo cambió junto al temblor y en esa oportunidad te escribí:
Hoy nos vamos, pero las cosas que buscamos y encontramos nos seguirán a cualquier lugar, nos esperarán el tiempo que sea necesario, aunque se llenen de polvo.
No importan los lugares, Valparaíso siempre existirá.
Yo no tengo miedo (bueno, no tanto) a la aventura que libre y responsablemente nos hemos propuesto vivir, quedan tres meses y ya siento un poco el peso de la nostalgia frente a las cosas que hemos vivido acá o allá, nuestra casas del cerro y de la gran ventana. Las familias y las cosas nos han acompañado este tiempo acá, pero de un momento a otro tendrán que dejar de seguirnos para que podamos caminar solos.
¿Dónde quedará Anacleto o los pequeños Valentín y Jesusa? No quiero que estén arrumbados esperándonos en el tiempo, quiero que vivan sus vidas mirando las cosas desde el puesto que deseen estar, quiero que ese teléfono naranja alguna vez vuelva a funcionar y deseo más que nada que tanto la Margarita como el Rigo nos acompañen por las calles, sea en la ciudad que sea.
Lo que verdaderamente quisiera llevarme no me lo puedo llevar, sin embargo, me contento con poderla disfrutar todo este tiempo las veces que ella quiera acostarse a mi lado y roncar.
No me importa donde viva mientras esté contigo, ya lo sabes Jose eres tú y sólo tú quien pone el color Violeta a mi vida.
Juraba haber dejado un comentario hace un par de días.
ResponderEliminarBueno, nada chiquita, que me gustó mucho esto. Al final uno habita en otros y otros nos habitan, eso eso es el hogar.
Os quiero