viernes, 6 de mayo de 2011

Declaración de juventud


Jodeeeer! Creo que estoy en problemas!

Luego de 25 años de ininterrumpida vida he caído en la cuenta que sufro el mal más mal de los males terrenales... aquí va: SOY OBSESIVA.

Debo aclarar que esto no ha llegado a mi vida de sopetón, tenía rudimentarias sospechas desde hace un tiempo, de echo como que entre conversa y conversa la tiraba de una manera muy suave de vez en cuando en conversaciones con amigos.

Haciendo memoria sobre mis particulares obsesiones infantiles, me he recordado de unas cuantas:

  1. La lectura: Esto ocurrió en el transcurso de mi adolescencia, tipo 13 o 14 años y no se hasta cuando duró. Lo que si se es que se me pasó cuando entré en la U por razones que no quiero comentar por que posiblemente herirían susceptibilidades de un par de personas y digo para por que son dos. Lo interesante de esta época fue sin duda la preocupación de mis padres que no me veían en más actividad que la de la lectura. Creo que llegaron a prohibírmelo, pero también creo que al decir esto exagero. Ahora que recuerdo eso, caigo en la cuenta que eso va ligado a otra obsesión: batir mis propios records de lectura veloz, es decir, debía terminarme los libros rápidos (máximo una semana) para prontamente comenzar con otro. Uf! del terror, ya que hoy por hoy sigo haciendo lo mismo. Mi experiencia más hardcore fue cuando me robé de la biblioteca del colegio (a través de la tarjeta de biblioteca de un compañero bobo) el único original del tomo I de "Las mil y una noches" y que llevé en mi mochila y leí por todos lados. No me demoré una semana eso si, eso era de carácter imposible. La última cosita que quisiera agregar en esta libroobsesividad, es que se me pegó de Claudia (una amiga) la absurda manía de solo leer los libros que eran de mi propiedad, razón por la que se justifica mi hurto literario de aquella vez y mis recurrentes visitas a San Diego.
  1. Silvio Rodríguez: Esto, al igual que lo anterior, se me pegó de mi papá. Al principio fue ojalá, a la que se le fue sumando óleo de mujeres con sombrero, la era está pariendo un corazón, ya no te espero y calendarios y cancioneros y disertaciones escolares y biografías y fotografías y etc y etc y etc. Uf! Que tiempos locos… Recuerdo perfecto que le pedí prestado a un tío muy querido su mega colección completa de este cantautor compuesta de muchos casettes y muchos CDs. Los copié todos bajó el obsoleto método del regrabado de casette y fui muy feliz. Quisiera agregar a esto mi vergonzoso plan de conocerlo, el cual básicamente consistía en mandarle una carta y ya. Si, es verdad, no iba a resultar, no me contestaría ni menos me invitaría a cantar a dúo La Gota de Rocío, pero bueh, era lindo soñarlo, de todas maneras nunca llevé a cabo mi poco astuto plan. Otra cosa: una vez le escribí una carta de amor a Cristian (mi pololi de adolescencia) compuesta únicamente con trozos de canciones de Silvio, me tomó trabajo y tiempo, pero el resultado fue romántico: más de seis carillas de puro verso prestado. Seguro que el tío no se dio ni cuenta del plagio.
  2. Ana Frank y los judíos: Tormentoso capítulo. Todo comenzó a los 10 años gracias a una carta que a un compañero le mandaron de Holanda. La carta contenía la dicha de la información, información que cayó en mis manos y cambió mi vida para siempre. Luego a eso sobrevino una temporada de investigación profunda y pesadillas apocalípticas, uf! Pero que mal rollo. Cuando creí que el trauma había pasado, me sorprenden a los 13 con la lectura obligatoria del jodido diario y volvió el terror y la obsesión. Para que decir que me vi como ochenta mil películas temáticas, hice un par de trabajos para el colegio de mi propia elección y diserté un par de veces del tema. También vi un documental sobre Hitler y forré un cuaderno con la esvástica nazi con un signo negativo sobre ella. Me volví loca, loca perdida ya lo ves. Lo bueno es que creo que ya he dado con la cura un poco, hasta que me acuerdo del documental que vimos en el Reina Sofía y me dan ganas de esconderme bajo de la cama.
  1. Los Sims: Wuauu pero que pasada, mis mejores vacaciones de invierno nerd que he tenido. Lo vi por primera vez en casa de Claudia y ya no hubo vuelta atrás ¡tenía que ser mio! ¡Ahora!... y lo fue, super pirata, pero lo tuve. Me recuerdo instalada en mi compu marciano de época super abrigada, escuchando la Rock & Pop y jugando a las casitas. Suena fome, pero la pasé increíble.
  1. Decoración de cajas de recuerdos: Básicamente por la conservación de la memoria. La mayoría decoradas con motivos fotográficos extraídos de muchas revistas y recortadas a mano. De esta misma manera decoré las portadas de mis cuadernos en segundo medio y las paredes de mi habitación. Conservo algunas de estas cajas, siempre resulta bueno volver a verlas.
  1. Regalos: Disfrutaba mucho de los cumpleaños de otros por que me gustaba mucho inventarles regalos. Algunos útiles otros no tanto. Algunos memorables: Los monitos hechos de huevos de verdad para el día de los asteriscos (amistad) que se me rompieron casi todos y la caja de cigarros para Millale (incluida la varita de hada madrina que le hice para la confirmación). Por mi parte, también recibí unos muy buenos; como la citación a juicio que me hizo la Claudia por mi cumpleaños y una ingeniosa tarjeta que me hizo la Camila por haberme agarrado con el profesor de ciencias naturales. Waa… que buena manera de pasar las tardes.

Bueno, ahora me recuerdo de estos, pero seguro que habían más. Hoy por hoy tengo miles de obsesiones, pero como ya este escrito se me ha hecho eterno, los contaré en una siguiente ocasión.

1 comentario:

  1. Yo nunca pololee contigo.

    Sí, estás loca y sigues loca.

    Te quiero mucho.

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